NIDO DE ÁGUILAS

NIDO DE ÁGUILAS

“NIDO DE ÁGUILAS”

            Corría el año 1981, sobre los tejados del gótico barcelonés cantaban los pájaros y a ras de suelo se escuchaban melodías de jóvenes compositores que endulzaban las tardes de junio y llenaban el alma de nostalgia, de recuerdos, de lejanos amores y de una bruma de sueños endulzados por el cambio que proponía un joven andaluz, Don Felipe González Márquez, que enterraba, definitivamente, grises crepúsculos pasados y proponía un largo reinado de la primavera. Quienes hayan vivido esta irrepetible etapa de la historia de España, comprenderán como los jóvenes de entonces, llenaban de rosas y violetas el azul del firmamento y abrazaban la democracia como una magia fabulosa de colores y esencias.

                Joan Manuel Serrat ponía en tránsito, hoy puede ser un gran día, aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de ti. Las estrellas del crepúsculo barcelonés entreabrían las brisas del mediterráneo y los misterios de la noche en  la Plaça del Rei, saludaban a unas cuantas almas melancólicas que recibían las notas de la joven violinista envueltas en bálsamos y perfumes  que ascendían hasta el Saló del Tinell donde Colón, recibía, de nuevo, la vida y sentía los latidos en su pecho. Sin embargo, a pesar de la magia que envolvía una vida adolescente llena de ensueños y esperanzas, el alma, se moría de tristeza, de recuerdo y de nostalgia.

                El recuerdo de una ciudad inverosímil, de casas colgadas y rocas, que alguien, con precisión pictórica, hizo que entrelazaran sus manos con la luna, ronroneaba en su mente. Nunca pudo olvidar una pálida mañana de invierno, una vieja furgoneta y una manta en la que sus padres, con un profundo amor, le protegían del frío; su familia, una familia más, abandonaba, definitivamente, su nido de águilas y dejaba, tras de sí, las ramas sin hojas nuevas, el canto de los pájaros, el olor del tomillo y del romero, las plácidas tardes de cielo azul  y las majestuosas campanas del campanario.

                El cassette de su viejo automóvil hizo sonar las notas de una canción:  «si pudieras volver, mi soledad, podrías ver, que a veces brilla el sol en mi jardín y las palomas vuelan en libertad. La vida, una vez más, se desnuda y resplandece y se llena de propósitos que, pasados unos años, le devuelven el sol, las estrellas, la luna y la esencia del nido de águilas, que un día el destino le arrebató.

                Las tardes volvieron a ser primaveras y sueños de colores; la majestuosidad de nido, derrama, de nuevo, su encanto sobre la hoz; los jóvenes amantes esconden su pudor  y en primavera la lluvia lava la piedra y sobre el corazón ardiente llueve, llueve y llueve.

                Dicen que el cielo del invierno es de bruma y nubes blancas; que solo la primavera vestirá de rosas blancas los corazones y el futuro  incierto de una ciudad que merece, ahora sí, elegir su paisaje, vestir de verde esperanza el espacio e inundar lo cercano y lo lejano de una profunda luz verde que en mayo, por fin,  estire la lluvia hacia una esperanza creíble de oportunidades y de capacidades diferentes; una lluvia que haga, de este nido de águilas, el lugar que todos merecemos para que todo vuelva a estar en su lugar: las golondrinas en la torre más alta de la iglesia, el caracol en el jardín y el musgo en la manos húmedas de unos jóvenes que seguirán llamando a la puerta de una bonanza casi imposible.

JESÚS FUENTE SERRANO.

Resumen de privacidad

La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web para no volver a mostrar el mensaje de cookies.

POLÍTICA DE PRIVACIDAD
POLÍTICA DE COOKIES

Cookies estrictamente necesarias

Las cookies estrictamente necesarias tiene que activarse siempre para que podamos guardar tus preferencias de ajustes de cookies.

Cookies de terceros

Esta web no contiene cookies de terceros. Sin embargo, contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas podrá decidir si acepta o no cuando acceda a ellos